Digitalización e infraestructuras resilientes: las claves para un saneamiento seguro y sostenible

El saneamiento es un pilar fundamental para garantizar la salud pública, además de un factor estratégico en la lucha contra la emergencia climática, ya que el cambio climático representa una grave amenaza para los sistemas urbanos de drenaje y saneamiento, y sus consecuencias afectan a aspectos como la calidad, la disponibilidad y las instalaciones del agua. Una infraestructura resiliente ayuda, por tanto, a prevenir la contaminación de los recursos hídricos, lo que se hace aún más urgente en el contexto de escasez hídrica que sufren Cataluña y gran parte de la cuenca mediterránea. Además, una adecuada gestión de las aguas residuales contribuye a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, que se liberan cuando los residuos se acumulan sin tratamiento.

Para concienciar sobre su importancia, el 19 de noviembre las Naciones Unidas conmemoran el Día Mundial del Saneamiento (o del Váter), que se enmarca en el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6, que lucha por un agua y un saneamiento seguros para todo el mundo en 2030. Unos hitos que, a día de hoy, todavía estamos lejos de alcanzar: 3500 millones de personas siguen sin disponer de servicios de saneamiento gestionados de forma segura; 1800 millones de personas sufren de forma frecuente inundaciones en todo el mundo; y el 80 % de las aguas residuales se vierten sin tratamiento, lo que impacta negativamente en la calidad del agua y representa un riesgo significativo para la salud y el medio ambiente. 
El saneamiento de millones de personas está amenazado por los conflictos, el cambio climático, los desastres naturales y la falta de gestión. Es ineludible, pues, apostar por medidas que protejan el acceso de las personas a ese derecho humano.

Objetivo: redes de saneamiento robustas y adaptables

En Cataluña nos encontramos con infraestructuras de saneamiento muy envejecidas, con una vida media superior a los 50 años, un marco legal cada vez más exigente, un imparable crecimiento urbano y una emergencia climática que se presenta en forma de episodios extremos recurrentes. Esta situación nos plantea importantes retos en materia de resiliencia, adaptación y mitigación, que debemos abordar de forma firme para garantizar la sostenibilidad y la resiliencia de los sistemas de saneamiento.

El control correcto de los vertidos y de la calidad de las aguas residuales es básico para garantizar una gestión segura del proceso de depuración y, por tanto, la protección de las aguas superficiales y subterráneas. Pero es aún más básico si el objetivo es reutilizar estas aguas residuales a través de un proceso de regeneración. La regeneración nos ha demostrado en el último año y medio que es una solución eficaz para combatir la escasez hídrica en el área metropolitana de Barcelona, ​​donde el 25 % del agua suministrada tiene este origen. Por tanto, cuidar la calidad de las aguas que llegan a las depuradoras facilitará que estas puedan volver a entrar en el ciclo urbano del agua.

Las nuevas infraestructuras no solo deben ser robustas, sino también adaptables, capaces de funcionar en situaciones adversas y con capacidad de recuperación elevada, como los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS). También tiene un papel fundamental la digitalización, un aliado clave en la gestión del saneamiento, que permite una gestión más eficiente de los recursos y la detección temprana de eventos e incidencias para minimizar las consecuencias. La tecnología de última generación, como la inteligencia artificial (IA), mejora la calidad del servicio, pero también permite optimizar recursos y reducir el impacto ambiental. Por ejemplo, la detección de deficiencias estructurales en la red de alcantarillado mediante el uso de la IA, o la identificación, a través de imágenes (computer vision), de las espumas en los sistemas de tratamiento, son claras aplicaciones de tecnologías digitales en el ciclo integral del agua.

Por todo ello, es necesario implementar un modelo de gestión avanzada de los sistemas de saneamiento y drenaje urbanos que nos permita tener un conocimiento preciso y, así, poder planificar, controlar y operar con mayor eficiencia estas redes. El conocimiento y los datos en tiempo real nos dan información de alto valor añadido para gestionar los diferentes elementos e instalaciones, de forma que podamos evitar vertidos contaminantes en el medio y, asimismo, minimizar el impacto de las lluvias torrenciales.

Conocer la red a través de la digitalización de los elementos que la conforman, tener la información necesaria de su funcionamiento con un modelo de cálculo y simulación, y disponer de algoritmos de predicción a corto plazo nos ayudará a anticiparnos a los eventos y realizar una gestión preventiva y predictiva.

El Día Mundial del Saneamiento es un recordatorio de que la inversión en infraestructuras resilientes, la digitalización y la implementación de sistemas de alerta temprana no solo mejoran la calidad del saneamiento, sino que protegen vidas y contribuyen a un mundo más justo y sostenible.